Claves para conocerla mejor.
La rosácea se evidencia puntualmente en el rostro (mejillas, frente, nariz, alrededor de la boca y mentón) pero está vinculada estrechamente con la alimentación y hábitos. Es una enfermedad que altera la función de las glándulas sebáceas con inflamación y alteración de los vasos sanguíneos de la piel de la cara.
Se diferencia del acné porque genera enrojecimiento y vasos sanguíneos notorios en el rostro. En algunos casos puede producir pequeños bultos de pus. Es importante no tocar, punzar o drenar las zonas con pus. Eso lesiona la dermis y deja cicatrices de por vida. Además, cuando se sostiene en el tiempo genera debilidad en la piel, que cumple el rol protección, de manera que se inflama, contiene mucha grasa y al no cumplir su función adecuadamente empieza a perder agua.
La rosácea es una enfermedad crónica y recidivante. ¿Qué significa esto? Que estos signos o síntomas pueden estar presentes durante semanas o meses y regresar después de una remisión. Más allá de que no tiene cura, puede abordarse con especialistas y realizar tratamientos adecuados para controlarla de modo eficaz y mejorar la calidad de vida.
Las personas con rosácea deben tener una rutina de cuidado facial que debe incluir sí o sí estos puntos:
Si creés tener algún síntoma es importante que consultes con un dermatólogo de nuestra cartilla médica.